jueves, 30 de abril de 2015

Anatomía de un verso

Me duelen los pies de reírme,
pero te seguiría hasta el cielo de la boca.
buscando tu clavícula salvavidas,
arreglando todas tus sonrisas rotas.

Pido un deseo;
ser el tuyo.

Quererte un mucho de más,
en toda tu composición,
descompuesta, esparcida, desvariada o perdida.
se está convirtiendo en mi ley universal
versada en un espacio sin tiempo
que me impida seguir cumpliendola.

(voy a escribir normas en tu lengua
para que lo entiendas)

Las reglas que sólo has podido deshacer y recomponer a la vez:
Escritas en carne viva,
en la tuya,
en la mía.

Sabes hacer jaulas
con el enredo de mi pelo
en las que encerrar mis pesadillas
dentro de mis sábanas noctámbulas.

Ser mi luz al final del túnel, cuando la noche alcanza.

Ella, descubierta en su juego
cuando el tiempo se retrasa,
es como el escondite
porque todos sus rincones son casa.

A ti, por verte dormida,

recuerda; viviré en la realidad
siempre que haya fragmentos de tu ficción.
Dónde te encontraré otra vez,


hasta perdernos por nuestras bocas sin salida.