miércoles, 31 de diciembre de 2014

Un año más, un año menos.

No lo entiendo. Aunque tampoco pretendo que nadie me lo explique.
¿De verdad es necesario que en el calendario marque que estamos a 31 de diciembre para que digamos que vamos a cumplir  una serie de cosas que al día siguiente ni vamos a recordar? En serio, he visto listas de propósitos más largas que las listas de las compras de Navidad. ¿Y cumplimos alguna? No. Dejemos de mentirnos. Simplemente nos autoprometemos para quitarnos el remordimiento de encima porque el año pasado nos propusimos lo mismo y no hicimos nada. Queremos que los demás no nos fallen, cuando aún no ha terminado el año al que tanto nos aferramos para decir que el siguiente "es el nuestro", y somos nosotros los que empezamos fracasando.

Es muy triste que tenga que venir un número para que tengamos que pensar en convertirnos en buenas personas, en dejar cosas que nos hacen daño, en mejorar, cuando eso tendríamos que proponérnoslo siempre, a cada segundo, y lo más importante: cumplirlo de verdad. 

Si sumáramos todas las promesas que nos hacemos cada fin de año, nos daríamos cuenta que la mayor deuda nos la debemos a nosotros mismos. Parece que no tenemos suficiente con que nos embarguen las casas como para que encima también lo hagamos con nuestra propia palabra.

No celebramos que se acabe un día, una semana o un mes, ¿Pero si un año? Sólo es un cambio de dígito, un número más. El viento sigue soplando, la tierra florece, el agua moja y el fuego quema.

Y nosotros, seguimos prometiendo(nos).

Por eso no me voy a autoprometer más, he decidido que voy a autocumplirme.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Conjuga(me)

Soy las virutas de una goma que borran un folio lleno de palabras desgastadas.
Soy el error que todos cometen.
Soy medio día por la noche.
Soy azul en negro oscuro.
Soy la incertidumbre en labios que escupen mentiras.

Soy una promesa que quiere cumplirse.
Soy el intento fallido de un corazón roto.
Soy la vida que siempre se dejan a medias en un vaso.
Soy la comida que el perro del Hortelano no deja comer.
Soy lo que nunca me han dejado ser.

Soy el límite de la paciencia que siempre se acaba.
Soy las medias ganas.
Soy la mancha que empaña un espejo donde se refleja un recuerdo.
Soy el viento que se queda sin fuerzas para levantar las hojas del suelo.
Soy la intensidad de una llama que apagan hasta convertir en cenizas.

No quiero ser más.

No seguiré siendo restos de un “soy”, anulado como verbo en primera piel del plural, acomodado en el momento perfecto anterior, en modo imperativo, porque solo recibí órdenes y represión en mi voz que cantaba pasiva, por eso jamás llegue a “ser” ni como un simple infinitivo.

No voy a conjugarme más, hasta que encuentre mi primera persona del singular; que se atreva a tachar mi pasado y se escriba en mi presente y futuro donde habite el subjuntivo para que cumpla deseos ficticios y un indicativo para descansar en la realidad.

Conjuga(me), sólo si piensas analizarme sintáctícamente buscando mis verbos escondidos, dándome un tiempo y una voz que canten al son de la libertad, hazlo si piensas llegar al núcleo de una vida rota entre perífrasis emocionales. Inténtalo, si vas a quedarte como sujeto de esta oración que no tiene atributos que ofrecer, sólo unos complementos que no saben en que líneas encajan. Sigue, y ayúdame a completar un estilo directo y tardío.

Conjuga(me), sólo si vas a darle sentido a una vida que se quedó sin persona, tiempo, modo y voz.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Estamos cínicamente marchitados

Acabamos de vestirnos derrotados, porque cansado se queda adjetivamente corto para un traje del que ya no quiero seguir disfrazada. No puedo menos, ni más, asi que ya podéis dejar de apoyaros en mí como si fuera vuestro soporte para echaros y seguir empujando hasta quedarme atrapada en el subsuelo de los vértices que mantienen una memoria inerte.
No me escucháis, nadie tiene la consideración de oírme cuando ya no estoy, cuando el silencio se vuelve fértil en un campo de gritos. Estáis regando demasiado unas raíces que solo quieren cubrirse, las ahogáis entre todos.

Las flores han elegido y han dictaminado que ya no quieren seguir deshojándose mientras les preguntáis si os quieren o no. Dejadlas en paz, dejadlas descansar, o tened el maldito detalle de preguntarles: "y a ti, ¿Te quieren, o no?"
Pero pausa las horas, que para eso nunca hay tiempo.

Se eternizan las gotas de lluvia para  golpear con el hastío que sobra por los poros que salen de vuestra putrefacta piel. Una piel egoísta que se tensa solo para amarrarse entre venas y bañarse en una sangre que nunca arderá por vosotros. Vamos a jugar entre todos a contar mentiras y juro, agitando mi vida en son de paz, que os voy a ganar.

Miento.

Te he hecho añicos, mientras destrozaba mi imagen en mil pedazos.
He esperado que los recogiera alguien
y me he cortado el pie.
La sangre brotaba seca,
ya os podéis morir de sed.



lunes, 15 de diciembre de 2014

Deudas con la poesía

Con este tiempo no me extraña que haya pasado;
se ha enfermado la poesía.
Ha estornudado y se ha limpiado
en un papel impregnándolo todo
de rimas invernales y versos acatarrados.

Hoy, la vamos a abrigar entre mañanas rotas,
tiempos muertos y mis ganas sin sentido.
Hoy, la vamos a mecer
hasta que se reconcilie con el frío.

Ahora, se encuentra delirando
en las cabezas de los que piensan
que han sido derrotados.

En una batalla de prosa fría,
donde luchan la tristeza y la alegría.

Vamos a levantarla de la cama,
que desnude mentes de las almohadas.
Poesía, vístete de vida y deja dormido tu pijama.

Si no se cura, si no mejora,
recordadle que tiene que volver a ponerse en pie,
que necesitamos que nos coja de la mano,
que sea el juguete del niño
y el bastón del anciano.

Sin ella yo ya hubiera desistido, renunciado.
Te cuido hoy, te lo debo,
por todas las vidas que has salvado.






sábado, 13 de diciembre de 2014

Nos llovemos

Llover; según la RAE, trata de un verbo impersonal, pero no estoy del todo de acuerdo. Un resumen ficticio de todo esto, es que puedo decir que he visto a personas lloverse. Lloverse por dentro, calando el agua en los pulmones de un cuerpo que flotaba sobre las nubes grises de un cielo más gris aún, compitiendo para ver quién llegaba antes a la meta de ser un día negro.

Tonalidades ciegas, que solo entienden de un arcoíris sin capacidad cromática.

Supe que me estaba lloviendo por dentro cuando sentí que se me evaporaba el alma e intentaba huir por la boca. Nunca me hacía caso cuando le decía que se abrigara antes de salir de casa, pero le cogí, como quien se aferra a la vida después de ver la muerte y le vestí de mala suerte. Le puse un chubasquero al corazón y un paraguas a mis huesos para dejar constancia de que aquí no volveríamos a hundirnos sin protegernos.

Me lluevo.

En las calles, en la cama, en la calma, en un recuerdo; en el olvido y en un cuerpo que se disipa lejano y nunca fue mio. Tengo que dejar de convertirme en charco para que me dejen de pisar por diversión. Recorro una piel que se eriza, desconocida, calo unos huesos que suenan distantes cuando notan la sangre que hierve sola. Parto un pacto conmigo misma, que se hace trizas hundiéndose en un mar de preguntas retoricas a las que se me olvidó enseñar a nadar.

Siempre me he llovido en la sed de quien no quiere agua.

Pero recuerda, que después de llovernos, siempre podemos esca(m)parnos.



jueves, 11 de diciembre de 2014

El circo de la prosa

Estamos conformes en el bosque de la ira
a perdernos en la música
proveniente de una lira.

No solo imagina, también delira,
en los frondosos caminos que componen deforme
la sonata de la noche
que inspira,
respira.

El pequeño arlequín asustado se mira,
por dentro no quiere, no sabe; asimila.
Se asoma al vértigo que retuerce las horas,
en libertad se muere,
en jaulas,
se ahoga.

Pequeño valiente de risa con hiel,
no encuentra salida,
no calma su sed.
Despierta en su olvido
descansa en babel,
no quieras mirarte
y te reflejes en él.

Recoge el violín tocando una nota,
recuerda la sangre que no se equivoca:
“Malditos tus dedos, no hacen otra cosa;
toquen lo que toquen, será cuerda
rota”


lunes, 8 de diciembre de 2014

Feliz Excusa

No me gustan las excusas, y por eso, no me gusta la Navidad.

Llega el punto de no soportarla, demasiada hipocresía en tan pocos días.
Creo que no hay una festividad más triste que esta, a veces pienso que alguien pretende cegarnos con las luces que adornan las calles, para que no veamos la oscuridad de cada rincón, la muerte y la pena asomando por todas las esquinas que intentamos hacer como si no existiera ¿Qué más da, verdad? Mientras las callejones estén llenos de gente paseando bolsas llenas de regalos da igual que alguien se esté muriendo de frío en la puerta por la que acabas de salir.

No entiendo, no llego a comprender como se puede cantar "Noche de paz" cuando no hemos parado de tener días de guerra. Ya no hablo solo de militantes, de guerrillas fuera de nuestro país. Hablo de madres que no tienen para dar de comer a sus hijos, de familias que no duermen en meses acompañando a enfermos en hospitales, de meses luchando para mantener un hogar que el banco quiere desahuciar, de lágrimas que paralizan, de mentes destrozadas, de vidas a medias.
No hay noches de paz, señores, hay vidas en guerra, en lucha constante; valientes que se enfrentan a su día a día sin saber cómo amanecerán al día siguiente.
Las familias no deberían aprovechar solo un momento al año para verse, eso es excusa. Aprovechadla al máximo los que la tenéis, no esperéis a que haya 10º grados bajo cero para tener que reuniros en una mesa. Hacedlo siempre que podáis.

Porque el tiempo pasa, y más pesa la pena. Más personas faltan, más tristeza hay servida en los platos, más ausencia se sientan en las sillas. Recuerda que los regalos no van a llenar la soledad que dejaron los que se fueron.

A mi, se me olvidó el espíritu de la Navidad en el cajón de la primavera,
con las flores marchitas,
de cada muerte, 
en cada acera.



sábado, 6 de diciembre de 2014

Saluda al invierno de mi parte

Mañana se congelan los dedos, pero no es excusa para dejar de escribir hoy.
Hace frío, hace sueño, hace deshacer manías y enredar al cuello cables con luces a medias lunas.
De todo se sale, o eso dicen, pero la puerta siempre se queda chirriando para recordarte que tu cobardía le gana este pulso a la casualidad de tu futuro, por eso, no entiendo este frío, como no te entiendo a ti.

Reto al gélido aliento del invierno que se atreva a hacerme tiritar más que cuando supe que no ibas a volver nunca.
Nadie (como tú) me ha hecho castañear tanto los dientes como si me estuviera devorando a mi misma, por fuera. Joder, por dentro. Ayúdame a reconstruir una autocrítica que no sea capaz de destrozar por las calles a golpe de suerte.
Que cada una de mis personalidades te busque como ojos sin letras de las líneas que lees.
Oblígame a mantenerme firme como si en cualquier momento fuera a caer en línea casi recta.
Hazme reír por llorar.

Atrévete.

Te espero con la boca desnuda.
para que la vistas de palabras llenas de promesas vacías.



miércoles, 26 de noviembre de 2014

Silencio

Seamos todo lo realistas que podamos y recojamos nuestros deseos tirados por el suelo, para fabricar aún más. Nadie va a comprar un sueño que no vale nada. Soplar las velas como fecha de caducidad de una calle donde nunca estuviste puede ser el camino que debimos coger, pero preferimos perdernos por una casa tétrica, llena de cuadros de personas con la sonrisa forzada y las pesadillas torcidas. Te voy a pasear por todas las calles de mi memoria y pintarte por todas las paredes en las que aparezca la frase: "deposite su error aquí".

Hace tiempo que sembrando tempestades le pedí al viento que te llevara notas de auxilio en forma cíclica por el aire, hasta llegar a tus pulmones para que te hiciera toser, pero de manera dolorosa como me duele a mi mezclarme con la humareda de las chimeneas, de esas que tienen una casa donde arder en Navidad. Si somos el tiempo que nos queda, que me empiecen a restar.


Me duele la vista de imaginarte borrosa, de lejos y de cerca, con unos cristales que nunca mostraron tu verdadero reflejo. Pero eso es realidad, tú, eres ficción, dentro de unas letras donde no rimas, pero si aceleras. Aceleras unas manos que estuvieron a punto de dar la vuelta a un guión de una obra sin lección ética, porque toda la moral la enterrabas entre las raíces de flores consumidas por unas heridas invisibles a la vida. Allí se quedaba, tu crimen perfecto. 

Me dejaste una manía entre manos; como recorrerme la ciudad en busca de todas las margaritas y arrancarles la mitad de sus pétalos, sobornar a la raíz del asunto. El objetivo era silenciarlas para siempre. Para que nadie más le volviera a preguntar si le querían o no. Por si alguna vez alguien le preguntaba por ti, obtuviera la misma respuesta que recibía yo.

Silencio,

que las flores no crecen si no hablan de ti.



Re-cuerda

Los recuerdos son el impacto más irreversible que puede recibir tu cabeza en cuestión de unos minutos existenciales, capaces de paralizarte y preguntarte que has sido y quién eres. Qué somos.
Se acoplan a ti durante un tiempo infraccionable en todas las secciones de tu alma convirtiendo el orden en caos, hasta encontrarte trozos de cadenas oxidadas y cuerdas desgastadas por el paso de los daños. ¿Cuántos años de mala suerte tiene un espejo que ya estaba roto cuando llegué? El silencio culmina una respuesta sin salida ante el desprecio del tic tac, y de las horas que encierras entre las manecillas que tanto queríamos frenar.

Todos estamos un poco locos,
pero re-cuerda,
para volverte un poco más.
Para atarte la soga al cuello y que sea la sombra de tu pasado la que tire fuerte hasta que te reciba el futuro con los brazos abiertos.


Recuerdos, los únicos que van a atreverse a tocarte la espalda, taparte los ojos, y hablarle a la otra mitad que tanto te empeñas en esconder. Son los únicos asesinos que volverán a la escena del crimen hasta cerciorarse de que te han dado el golpe final. Hoy hace 22 años que no eres tú, que no eres yo, por eso, vamos a imaginarnos en un infierno en el que ya pertenecemos para volvernos peores.


sábado, 22 de noviembre de 2014

A esta, invita la vida.

Tranquilizaros, o mejor no. Poneros vuestras mejores galas y bienvenidos, que cuando queráis podéis tomaros un buen trago de realidad, invita la muerte, perdón; la vida.

Noticia: no somos inmortales.

Por mucho que creáis que vuestra hora nunca llegará. Porque claro; somos jóvenes, tenemos mucho que vivir, que explorar, que conocer. Que pensáis que por llamarnos "jóvenes" somos de hierro, y tenemos derecho al descontrol incivilizado. Por más tinta que nos pongamos en el cuerpo, no se nos paralizará la sangre y nos mantendrá eternos ante la rutina de la existencia. Somos la esencia carbonizada de una hoguera con frenesí de ser más grande que la erupción de un volcán, o eso creemos. La llama se apaga, pero no vemos que quienes soplan, son nuestros actos.
¿Qué haces llorando? Solo la estás apagando más, levántate, aviva esa llama, que los años pasan, hasta que te das cuenta de que no eres inmortal. Busca la manera de sonreír hasta que seas capaz de revivir a un fénix de sus cenizas.

"Vais a morir todos" o "vais a vivir todos". Viene siendo lo mismo prácticamente. Vivimos muriendo y morimos viviendo.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

El día que no te recuerde, no será de día.

Me despido, de estas líneas sin salida,
de estos verbos desgarrados,
de tu olor a lejanía.

Me despido.
De una calle sin tu nombre,
de una llamada de emergencia,
de tu tiempo ocupado.
Y me engaño,
repitiéndome, que aún no me has abandonado.

El día que no te nombre
como una loca,
de boca en boca,
es cuando tendrás que tener miedo;
porque te convertirás en otro fragmento
de una vida, que queda inacabado,
inexplorado, acobardado,
y no te prometo que no,
pero lo más probable;
olvidado.

Sé que es lo que quieres,
pero oye, que se lo digan a tu silencio,
que no hay rimas más bellas
en estos versos,
que todo lo que me has callado.

¿Sabes? No quiero verte en sueños,
si hasta allí me recibes de espaldas.
matándome en forma de revancha,
de avalancha.

El día que no te escriba, tranquila,
que no se olvida tan fácilmente
que en mi corazón pasaste
de cuclillas, como un ladrón a mano armada.
como un niño encaprichado en una tienda,
con la inocencia sin paciencia.

A ver como pagas esta deuda,
porque  a mi ya no me queda  nada.
Dime si merece la pena empeñar mi orgullo
para comprar un poco de tu presencia.

Me despido
de mi
porque la última vez que me vi,
fue con tu ausencia.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Vivir en tu poesía

Tengo una manía escondida dentro del pecho,
que no es otra que empezar a escribirte por el final
y no entenderte desde el principio.

Quizás fui una cobarde, por no retirarme a tiempo,
pero lo de ser valiente, no iba con tus besos.
Ni la vida ni la distancia dejaron más vacío en este hueco;

Solo tus pensamientos cambiantes
te hicieron invisible
en esta lucha de gigantes.
Llenas de bocas y rimas echadas a suertes,
casualidades, mentiras y palabras
que carecían de valentía.

Nunca un poema fue tan libre
desde que me desordenaste las ideas
desde que me enseñaste a volar de la forma más triste
con un vuelo obligado entre tácticas
que solo dejaban ver tu espalda.

Te juro que estoy en silencio,
buscando la forma de encontrarme(te),
atacando a los problemas,
preguntándome las dudas
mientras aguanto las ganas de marcharme.

Voy a llenar mis paredes de tus manías,
de amor,
de dolor,
Voy a dar un vuelco al corazón,
a ver se si cae, y se tropieza con el tuyo.

Siempre hubo un sueño que escondía,
pero he dejado de temblar solo para que me creas:

Le doy vida a mi versos, para no morir de tu poesía.



miércoles, 5 de noviembre de 2014

Poema que nunca llegará a su destino

He sido para muchos una inconsciente.
Para algunos
una demente.
Para pocos
una valiente.
Para otros una cobarde.

Para ti, he sido una duda.
Un quiéreme y que no se entere nadie.
Un "puede"
y un "te necesito"
pero fuera de mi vida.

He sido ayudante,
aprovechante,
acompañante,
aspirante,
amante,
y un paso de peatones
en el que no dejas de pisarme.

He sido un presente
y ahora soy recuerdos.
Hablar contigo es esperar en la cola del olvido,
te estás quedando descosido, corazón.

Perdón por no saber porqué siento tanto amor
y que no sea hacia tu indiferencia
pero a veces
la vida ha sido una duda,
y no tuve más remedio
que aprender de ella.

sábado, 25 de octubre de 2014

Llevarte a versos por minuto





Y dime, tú por qué continuas en esta poesía
Y dime, yo, por qué sigo amarrándote a las cuerdas de las lineas que escribo.
Y pregúntame qué hago a las 2:07 de la madrugada  escuchándote.
Y déjame preguntarte, qué haces regalándome tu voz si ni siquiera tú sabes si te pertenece.
Y preguntémonos, qué nos estamos haciendo. Qué les estás haciendo a mis versos, que se están rasgando, desangrando, dejando costras con cicatriz, con sabor a ti.


¿A qué estamos jugando?

Voy a confesarte algo, que no debería, y lo peor es que no sé por qué no debería, quizás; porque no debo. Pero aún así haré una confesión como si estuviera a punta de pistola, entre la pared y tú. A casi un “hola” rozando el gatillo para apretar con un “adiós”

Las únicas balas que quedan en este juego son las palabras que nos disparamos,como si lo hiciesemos a ciegas, pero apuntando justamente donde más duele. Te llamaba cobarde por no apuntarme, por no  ponerte una venda en los ojos mientras te daba vueltas y vueltas, con los únicos impactos de nuestras risas en vez de ruidosos tiroteos a bocajarro. Llegó un día que decidimos cambiar de juego, porque la monotonía es más mortal que cualquier bala que se capaz perforarte las ideas. Y eso, lo sabes tú mejor que nadie. Ese día, cogí un globo rojo, donde guardé dentro, en forma de aire todos mis pensamientos, todos mis gritos, todos mis deseos, todos mis secretos y lo puse delante de ti, apretándolo tan fuerte de la misma forma que se me oprime el pecho cada vez que me matas y me revives cuando me miras. Desde entonces, el tiempo me pide tregua para que descanse de pensarte a tres besos por minuto. 

Desde entonces no he vuelto a coger aire, sin asegurarme antes que el viento ha jugado con tu flequillo, o ha sido el causante de producirte un escalofrío o robarte un suspiro.

martes, 2 de septiembre de 2014

Mis ganas, tus ganas




Me gusta dormir, y puede que me guste tanto porque me cuesta mucho conciliar el sueño. No soy de esas personas que con tan solo meterse entre las sábanas y cerrar un segundo los ojos se duermen. Siempre he necesitado una cama para dormir, y para ser más exactos, mi cama, mi almohada.

Me encantaba tumbarme en la cama, con la ventana abierta y la persiana a medias, dejando entrar solo un poco de luz, y el olor de la noche. Sí, el olor de la noche, un perfume indescriptible que solo podría llegar a llegar a captar su propia alma y aún así sería imposible.. de describirlo.
Me entretenía escuchando la nada, buscaba algún sonido que pudiera evadirme de las voces que emitían mis pensamientos, en vano. Por una vez, quise que hubiera algún coche al que maldecir por formar revuelo, para que mi cabeza tuviera algo con lo que entretenerse, para no pensarte Me empezaba a hacer preguntas que pensaba que nadie más se hacía; como porqué es tan fácil decir grandes mentiras, y no pequeñas verdades porqué pesaba más el orgullo que los deseos, porqué las decisiones difíciles no venían con manual de instrucciones, como los muebles..y mientras pensaba todo esto, cerraba los ojos y me dejaba envolver en el sonido de la nada y el olor de la noche. Llegaba un punto donde solo veía las frases escritas literalmente en la oscuridad de todas esas preguntas, hasta que se juntaban algunas letras con otras para formar un nombre. De ese nombre me venía una imagen, se concentraba en su cara, en la forma que la luz se reflejaba en su pelo, en esa sonrisa llena de locura y belleza, por la que serías capaz de inventar el chiste más malo del mundo con tal de verla nacer una y otra vez. 


Y a veces, dejo la puerta de mi cuarto abierta, porque es muy  fácil pensar que vienes de puntillas y muy difícil dejar de hacerlo.
Porque tú no lo sabes, pero tu risa y tus suspiros serían la banda sonora que le pondría a mi vida, sería la única composición que no me hartaría de escuchar una y otra vez. Que si te rompes a llorar yo te coso a carcajadas. Tampoco sabes que el único deporte extremo que me atrevería a practicar seria escalar desde tu cuello a tu boca, fingiendo que me caigo para tener que volver a empezar.
Hasta tenerte tan cerca, tan pegadas que se nos enreden las pestañas; se que odias que te aparte la vista, pero no es que no me atreva a aguantarte la mirada, es que no si sé si tengo suficiente aire en mis pulmones para sumergirme en tus ojos y salir antes de asfixiarme por perder la noción del tiempo mirándote, tanto que podría dilatarte las pupilas hasta que juguemos a mordernos; mis ganas, tus ganas.


jueves, 28 de agosto de 2014

Comodín

-Vamos a jugar a un juego- dijo
-¿Cuál?
-Uno en el que vas a perder
-¿Por qué estás tan segura de que voy a perder?
-Porque lo has hecho durante toda tu vida.

Estábamos frente a frente. Empezó a barajar las cartas, como si no tuviera prisa en que empezara el juego.
Cuando acabó, dio un golpe seco en el suelo con ellas y me las fue repartiendo una a una, boca a bajo. Me miro y me dijo que les diera la vuelta y escogiera una de entre la mitad de la baraja que me tocó. Quería pensar fríamente en escoger una por razonamiento, pero al final me decanté por los impulsos que me producía una en concreto. La cogí y le di la vueltamientras la miraba a ella.Tenía una sonrisa en la cara como si ya supiera lo que le iba a decir. El comodín.

Se la enseñé y solo me dijo: “ves? Y así durante toda tu vida”
No entendía nada. -Todavía ni hemos empezado a jugar, qué dices?- le dije
-No hace falta que empecemos, ya hemos terminado. No lo ves?
-Qué tengo que ver?
-Tu carta.
-Es solo una carta! Me podría haber tocado cualquier otra, no vamos a jugar?
-Lo que no entiendes es que no es solo una simple carta, y sí, podría haberte tocado cualquier otra, pero te ha tocado justo esa. Veo que no lo entiendes, no hay nada a lo que puedas jugar.

Entonces volví a mirar la carta, y entendí lo que quería decir. Yo era el comodín de mi vida, de tu vida, de todo mi alrededor. Y no es fácil para un comodín escapar de su destino, porque las demas cartas lo necesitan para poder seguir jugando. Da igual lo que corras, donde vayas, donde te escondas, te encontraran para que vuelvas a la baraja.

Solo alguna vez ese comodín podrá salir de esa baraja, y hacer su mundo con sus propias reglas, sin tener que depender de una reina de oro. Cuantas veces lo cogieron solo para arrancarlo de las demas cartas, siempre dejandolo en un rincon, o perdido debajo del sofá, porque al fin al cabo ¿para que sirve un comodin? La mayoria de veces aparece representado como un simple bufón, del que poder burlarse, al que puedes ver débil, inútil. Porque un comodín siempre tiene que esperar a que un juego requiera de él para ser usado.

Tiempo, siempre estaba condicionado por el tiempo, solo para que unas manos decidieran elegirlo a él de entre toda una baraja, unas manos que nunca llegaban ni a rozarlo siquiera. Siempre acompañado de un tic tac que le susurraba: “un poco mas,solo tienes que esperar un poco mas, ya sabes que todo pasa por algo”


Cansado, un día se romperá el mismo y expandirá uno a uno sus trocitos , camuflándose entre pequeñas piedras, flotando en el agua hasta que se hunda en las profundidades del mar y entonces, no habrá comodines a los que dejar al azar. O incluso habría que cambiar las reglas, porque tampoco puedes olvidar que irónicamente, el comodín también es necesario y le puedes dar el valor que desees; puedes hacer que sea tu horrible perdición o tu alocada suerte.

Ten cuidado con el valor que desees, porque entonces no habrá vuelta atrás





viernes, 15 de agosto de 2014

La brisa y la ola

Las idas y venidas
Los si y los no, mañana, pasado, puede o quizás. 
Querer y no poder.

La vida, las relaciones, el amor, son similares al mar y a esta pequeña embarcación.

Por ejemplo, podemos decir que las olas y el barco son como las parejas. En las discusiones, las olas chocan contra el barco, se precipitan creyendo que podrán vencerlo, que podrán pararlo, calmarlo, pero él sigue hacia delante, imparable siguiendo su rumbo, siempre creyendo que es el correcto. Los insultos, las humillaciones, ese golpe tras golpe, hacen que esa ola se vaya convirtiendo en espuma, cada vez más y más espesa, hasta que no puede aguantar más la presión del barco, y desaparece, se acaba agotando, como los corazones que no son bien tratados, que se acaban consumiendo. Como esas olas llenas de frenesí, que no quieren dejarse llevar por el viento que levanta el barco.

¿Sabeis que hace la ola cuando no puede soportar más que el barco la empuje hasta ahogarla? Tiene que encontrar una brisa, que consiga llevarla hasta donde se proponga, mostrándole ríos, mares y océanos, que jamás podía creer que existían, se deja llevar, explota la libertad que no tenía chocando con ese barco, demasiado ciega para ver que podía rodearlo y escapar, demasiado acostumbrada a golpearse contra él.

Pobre ola, ¿Verdad? Quizás no se da cuenta de que si escapara junto a la brisa, podría soprenderle de formas que jamás imaginaria. Según cuentan algunos rumores en el viento, esa brisa sería capaz de sobornar incluso a la arena del desierto, para que le dijera el secreto sobre donde están los espejismos que ocultan los lagos más bellos del mundo con tal de llevar a la pequeña ola allí. También rumorean que se encargaría de introducirse en las profundidades de la tierra, hasta encontrar una de las mejores aguas termales y curarle esos golpes que se dio contra el barco. 

A veces, la ola recordaba el dolor que le produjeron esos golpes, y sin darse cuenta, se le caían unas pequeñas gotas de tristeza. Pero la brisa nunca dejo que se desvaneciera ni una sola al mar, se apresuraba a cogerlas todas, y se las devolvía a la ola, fusionándose con ella en una de las más espectaculares demostraciones de la naturaleza; La brisa y la ola, ambas indomables, llenas de pasión y locura, de acción y razón, sueño y realidad, ambas, podían convertirse en gigante la una con la otra.

Sin darse cuenta, la brisa, se vio besando a la ola, olvidándose que solo era un poco de viento y que si solo la rozaba, podría evaporarse.

Aún así, quiso correr el riesgo, y pensó que si tuviera que morir alguna vez, la mejor forma sería desaparecer fundiéndose con ella; en esa ola llena de fuerza que por un instante le pudo dar la vida a la brisa con un beso.


        
                                           

sábado, 26 de julio de 2014

Somos personajes

Hoy no voy a ir escondiendo palabras para que quede bonito, hoy no.
A todos se nos va la fuerza por la boca, sí, pero a mi ya se me están escapando hasta las ganas, las ilusiones. Estoy muy cansada, y eso que aún no llevo casi nada de tiempo ahí. Será porque no es la primera vez que tengo que esperar a que suceda algo, pero nunca han llamado a mi puerta para ofrecerme milagros, deseos o casualidades. Sí, es muy fácil decir: "no tienes que esperar, ¡cámbialo tú!" pero es demasiado complicado. Me di cuenta que no estoy hecha para mí, asi que he pesando que entonces te  podría mejorar las cosas a ti.
Podría cambiarte días agrios por dulces, podría cambiarte entrecortes de respiración por suspiros, medias lunas por sonrisas, el ruido de los coches por el canto de los grillos, incluso podría cambiar el intentar buscarte por poder encontrarte.

A veces, pienso que te haces la loca, y que entonces el mundo se está perdiendo una actriz increíble. Otras, me doy por vencida, porque creo que en realidad no te das cuenta de nada. Supongo que yo también hago muy bien mi papel, pero ya sabes que entre guiones solo hay marionetas con diálogos marcados que quizás pueden improvisar si ven que se les olvida algo; aunque ni eso puedo, tengo mi papel grabado a fuego en la mente como para dejarme llevar un solo instante.

Lo peor es que así seguirán pasando los días y cada hora que pasa me consume más el miedo. También sé lo que acabará pasando; me voy a atragantar con las palabras, esas que se me quedan enredadas en las cuerdas vocales sin poder decirlas o en mis manos sin poder escribirlas, y así día tras día, sabiendo que aún me quedan muchos más. Se hará una bola tan grande que empezaré a rodar impactando con todo, hasta que me haga añicos y ni si quiera sea capaz de recomponerme.

Y tú, no sabrás nada. O quizás, ya lo sabes todo.



Tiempo

¿Cuánto tiempo más tendré que fingir algo que no es verdad?
Ni si quiera una interrogación final se merece esa frase, porque el tiempo es demasiado relativo, es blanco o negro, nunca gris; decisivo y tormentoso, esperanzador y cruel, hermoso y fugaz. Con sus altibajos, con sus tardes en vilo, con sus derrotas constantes y caídas con manos tendidas esperándote.

No lo sé, pero ¿y tú?.  ¿Cuánto tiempo tendrás que fingir algo que es mentira?
Puedes encontrar una salida, pero sigues quedándote ahí, pensando que camino escoger, hasta que se haga de noche y se vea todo tan oscuro que jamás puedas encontrarte.


Será entonces cuando el tiempo se detendrá, y la verdad dejará de esconderse tras mi espalda.





viernes, 25 de julio de 2014

Imposible

¿Sabes qué me gustaría hacer? quizás sea algo imposible, pero yo vivo de eso.
Cogería un globo rojo, sí, rojo; porque para mí representa el color de la fuerza y la valentía de la que carezco. Luego, me lo acercaría a la boca. No lo llenaría de aire como piensas, sino de todas las cosas que me gustaría decirte y no soy capaz, de todas esas palabras que se me quedan en la punta de la lengua y no porque no las recuerde, sino porque se esconden y se niegan a salir. 

Toda la verdad, todas las cosas que me guardo estarían rebotando entre las paredes de un pequeño cuerpo esférico. Cada palabra estaría acariciada por mi propio aire, cobijando cada silaba, dándole fuerza a cada tilde. 

Después llegaría el gran momento, dejaría escapar el globo, justo delante tuya, y lo explotaría con mis propias manos. Entonces las palabras que nunca te dije se repartirían por el espacio, buscándote, impactando directas a tu mente, como un flechazo, para que se quedaran clavadas en ti.

Pero eso es algo imposible, ¿verdad?


Lo que no sabes

Podemos decirlo todo sin saber nada y decir nada sabiéndolo todo.
Y aún así seguiremos en mundos paralelos, tú en el tuyo; y yo también.



sábado, 19 de julio de 2014

Musa

¿Dónde se consigue la inspiración cuando la buscas? No es tan fácil. No es como ir al supermercado de la esquina de enfrente a comprar sal porque justo recuerdas que no queda para la ensalada. Los condimentos son elección propia; el vinagre, el aceite, la cantidad de tomate, el color de la lechuga, la espesura de la cebolla. La inspiración no se elije, llega.  A veces, resulta que viene susurrada por el viento, mezclándose entre remolinos pequeños hasta que se convierte en un torbellino feroz, capaz de arrasar con todo; con tus pensamientos, desgarrando tu piel, besando tu alma, devorándote la propia existencia. Te malgasta por dentro y te da vida por fuera. Musas. Escondidas por el aire, se tropiezan con quien menos esperan.

Una musa.

La has imaginado, ahora mismo. Mantén esa imagen, recuérdala, búscala, píntala, escríbela. Ámala, ámala si quieres, incluso sin querer queriendo; frente a frente, de espaldas, entera, nunca a medias. Hazlo en silencio, gritándoselo, intercalando suspiros entre tristezas y alegrías. Enamórala con tus defectos, enfurécela con tus virtudes. No le digas que nada es para siempre ni que siempre es para nada.

Desde que tenía uso de razón, aún recuerdo la primera vez que el viento se atrevió a entrar por mi ventana, y como me caló los huesos hasta hacerme tiritar poniéndome los pelos de punta; intentaba constantemente darle una imagen a esa entidad invisible que me visitaba para enseñarme a hablar sin usar la voz. Imposible de olvidar tanto como recordarla exactamente, se fue reconstruyendo con todos y cada uno de los pasos que dio mi propio tiempo. Se abrazó a mi pasado, se quedó atrapada en mi presente y ni si quiera me deja pensar en el futuro.

Quizás se acabó, se cerraron las ventanas, se bajaron las persianas y no, no hay más viento aquí. Esa figura se desvaneció igual de rápido que ese sombrero que escapa de la cabeza de cualquier transeúnte marcado por las normas del aire; una brisa risueña y traviesa que se divierte haciendo perder el control, pequeña arlequina de entre todos los elementos. Te concentras para imaginarla de nuevo, chocando por las paredes de tu imaginación, dando pisadas que van coordinadas con los latidos de un corazón que no conoce el frenesí de una mirada. Ahí está. La ves corriendo con su larga melena; empiezas a correr detrás de ella como si solo te quedara un minuto de vida, y aún así lo único que deseas es gastarlo en intentar alcanzarla. Tropiezas, y observas como se gira para mirarte durante una imperceptible milésima de segundo; y ahí la ves, con esos puntitos en la cara simulando lejanas estrellas que parecen sacados del cielo, como si de una constelación se tratase.

Porque una musa debe deslumbrar como las estrellas, con un brillo tan grande que acabe cegándote, agudizando solo tu forma de querer, mordiéndote el corazón hasta que borres de tu memoria la palabra "incapaz" por "capaz".



sábado, 12 de julio de 2014

El silencio de la Luna

Hoy he vuelto. Tampoco es que me haya ido durante un largo tiempo para tener que decir “he vuelto”, pero si ha pasado el suficiente como para percatarme de mi regreso.

No sé si es normal no darte cuenta de la importancia que tiene un lugar hasta que no vuelves después de mucho tiempo; que se prolongue esa sensación inexplicable cuando te vienen todos los recuerdos de golpe, como ese balón que no sabes de donde sale pero siempre aterriza en tu cabeza.
Viajar al pasado no parece tan imposible cuando te sacuden esos flashbacks de todas y cada una de las cosas vividas en un sitio. Tan solo el rastro de tus propias pisadas en un trozo de tierra llena de piedrecitas es capaz de llevarte a muchos años atrás, o, incluso, que el sonido del silencio siga intacto tal cual lo recuerdas, como si fuera el resultado exacto de una división que ha hecho tu memoria.
Los silencios están infravalorados, aunque yo los considero más esenciales que las propias palabras.
Un silencio está repleto de misterio, de magia; y esconde más risas, lágrimas, victorias y derrotas que mil páginas de un libro escrito desde la más terrible de las nostalgias. Detalles como esos son por los que aún me atrevo a soñar, los que me hacen querer seguir viviendo hacia delante, esperando alerta ese momento que me paralice, que me deja inconsciente durante un tiempo que nunca sabría calcular con exactitud, pero si que da como solución llevarme un impacto de vivencias. A veces, creo que me gusta vivir para recordar de golpe.

Sigo diciendo que volví. Pero cuanto más lo digo más pierdo el sentido del significado de esa palabra.¿A dónde vas cuando vuelves? ¿A tu casa con los tuyos mientras te encuentras rodeado de gente se hacen llamar “primos”, “tíos segundos” y demás parientes con sonrisas forzadas que no has visto en tu vida para pelearos por un trozo de ala de pollo? ¿Vas a tu sitio favorito donde sabes que podrás cerrar los ojos y evadirte de tu fatídica realidad?
Ese sitio donde no dejas que pase nadie sin miedo.

Estuve allí y si pudiera decir que los pensamientos son ladrones, juraría que me sentí atracada. Me extraña que nadie haya llevado aún a las oficinas de objetos perdidos trozos de tiempo y recuerdos, porque es lo que más extraviamos a lo largo del día. Pero de repente, te los encuentras esperándote en los lugares más extraños, como esos que se desbordan al límite de la locura; siempre de forma inesperada, nunca lo olvides. A mi me suena a venganza, nosotros matamos el tiempo y este nos lo devuelve a golpe de recuerdo.                                             


Y llega un momento en el que te das cuenta de algo; no eres tú quién vuelve, sino ellos, los recuerdos, tan personales que ya los trato de forma personal. Ellos.
Y lo hacen para que jamás olvides que antes de mi fuiste yo. Que en tu pasado siempre puedas perdonarme taparle los ojos como una niña caprichosa al futuro.

 

jueves, 24 de abril de 2014

Quemarnos antes de jugar

Seguro que alguna vez te quedaste en esa habitación, sola, en un imposible silencio. Aunque no emites sonido alguno, tus gritos retumban en tu respiración; tu cuerpo no sabe como defenderse de mis palabras, de tí, de mí.

No sé de qué forma me recuerdas; jugué demasiado a esconderme, cuando me buscabas en la poca luz que se dejaba ver por el hueco de nuestras dudas. Tuve que convertirme en cualquier sombra que se reflejó casualmente en el suelo y bajarme de la cama para esperar a que se me pasara el vértigo que me desgarraba el estómago cuando me susurrabas al oído.

Quizá, pensemos entonces, si hubiera mantenido la calma, si hubiera sabido la altura que era capaz de soportar, podría haber seguido quitando nuestras ganas -y tu fina ropa-.
Si tú supieras, tal vez entonces, sabríamos querer en la medida justa de lo que nos merecíamos tener.

Me robaste el miedo a las alturas, como quien roba un beso sin querer queriendo.

Solo puedo añorar antes de caerme desde tan alto tus manos recorriendo mis dedos, mi cuello, mi espalda.. como si temieras que de cristal se tratasen. Lo que tú no sabes es que lo único que podía romperse entre esas cuatro paredes era tu boca a mordiscos. Tampoco sabes que por mucha ropa que pudieras tener puesta -sin tener nada-, yo te veía totalmente desnuda.

Maldito sea tu encanto animal; te deslizabas como una serpiente sobre mí, haciéndome estremecer, me devorabas como un felino que lleva una semana sin comer,  me recorrías despacio como una tortuga que se tortura en la espera, pegabas tus labios a los míos como un pez que necesita respirar en su pecera.

Nos quemamos antes de jugar, pero siempre nos gustó el fuego.

Siempre nos entreteníamos alrededor de una hoguera, a hacer candela, a que me hicieras derretirme como una castigada vela; Siempre preguntabas si quería, y me gustaba que me pidieras permiso para no pedírmelo. Todavía pican las costras de las quemaduras. Cenizas en las sábanas perduran.

Y me paralizaba al observar como nos agarrábamos la una a la otra, como si arrastrásemos una condena encantadas de estar pérdidas. Nos matamos esa noche a confusiones y nos atragantamos con las verdades.
Te relamías los dedos como si fueras a arrancártelos con el mismo anhelo que se arrancan los pétalos de una margarita.

Fuiste capaz de crear todas las catástrofes naturales existentes dentro de mí, y aún así, tú sigues siendo mi caos favorito. Ese rompecabezas que siempre se empeña en esconder una de sus piezas debajo del sofá para que no lo termine.

Creo que sabes que desde entonces escribo a oscuras para iluminar mis ideas, por eso me encierro en la noche; con la única banda sonora del eco del crujido de mis huesos , quejándose porque no estás.
Cada vez tenía más claro que esa sensación era el vértigo de tus ojos, no de las alturas.


Y ahora, te escondes en mi sombra, porque te da miedo lo que oculta la tuya.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Un sueño más

Supongo que aún ni he empezado a divagar lo suficiente para demostrar que escribo esto desde la más extraña y pesada soñolencia. Quizás si me dejara caer sobre el papel conseguiría que se vertieran sueños con más sentido que la más sincera realidad. Quizás solo porque sé que cuando estoy en esta batalla de sueño y nada a la vez, soy capaz de dejar relucir lo que pienso, solo así, mientras luchan mi cuerpo y mi cabeza a ver quién gana antes a abandonarme. El ring podría ser un bosque, un cielo bañado de constelaciones, el suelo, las paredes, tu cama, la mía; podría elegir el lugar que quisiera de entre todos los presentes y nunca sabría decidirme por uno. Y en cierto modo, así se basa parte de mi existencia; en oscilación, en ni siquiera saber donde estoy, en preguntarme cuál es mi sitio, en callar, en reír, en no saber que decir.


Me declaro creadora de una bomba realizada a base de una combinación crítica; inseguridad, miedo, cobardía, y un trocito de una parte de mi tan oculta que a veces me olvido de que existe.
Este explosivo no tiene ese tic tac que lo hace predecible, ni cables para desactivarlo, simplemente estalla; te impregna por dentro, te hace tiritar de terror cuando notas como se expande calándote cada uno de los huesos.

Aunque, a veces, puedo saber cuando va a explotar esa bomba, la siento, sé que está apunto de reventar y lo único que me reconforta es escuchar mi canción preferida, al máximo volumen, una y otra vez, sin parar; hasta que pierda sentido la propia letra, para no escuchar como explosiono por dentro, para creerme que podré adelantarme a los acontecimientos.


Llamadlo evasión si queréis, pero hoy es uno de esos días en los que tengo más miedo a aborrecer mi canción favorita que estallar por los aires.





viernes, 21 de febrero de 2014

Cataclismo

No entiendo esa necesidad que tenéis de querer vivirlo todo tan rápido. Yo quiero saborear cada segundo, cada silencio, cada pausa. Qué se me enreden las palabras en el paladar hasta saber si cada letra que roce un solo instante mi lengua es salada o dulce. Dar pisadas tan lentas que sienta que el asfalto se me pega a la suela de los zapatos. Acabar rodando desde la duna más alta de una playa y notar como cada grano se me incrusta por dentro de la ropa, causándome un cosquilleo tan inmenso que se me erice la piel. Sacarme los sueños a base de sacudidas de cabeza que provoquen cataclismos en mi cama, que estallen en mil pedazos las ventanas y cerrar los ojos tan fuerte como para que me explote el alma, que todo quede en silencio, y que se vayan pintando las paredes de vibraciones al retumbar mi habitación.

Recorrerme las calles tantas veces que pueda aprenderme de memoria los recuerdos que se dejaron abandonados en los bancos de un parque cualquiera, donde, si te detuvieras un momento y buscaras con detenimiento, podrías ver envoltorios de corazones rotos, nuevos, arreglados o abandonados y más aún, si cerraras los ojos podrías sentir, incluso oler, un rastro de ilusiones tan vivas que podrían condenarte al infierno más frío. 

Y nadie lo recuerda jamás.

No es el tiempo lo que se os da, sino el instante.



lunes, 10 de febrero de 2014

Zig zag

Ideas provenientes del caos, pensamientos explosivos, una autodestrucción inmediata cuando pienso en mis acciones, irrevocables pasos que doy a tientas y pensar que es o no lo correcto, es lo que me lleva por el barranco de la incertidumbre. Inevitable, como soñar despierta.


Y caigo, reventándome las pesadillas.

Dos caminos se divisan detrás de las cortinas de mi ventana, empañada por una triste respiración, la cual viene de un cuerpo vacío, tan vacío que casi podría servir de cueva para que el alma más libre de la ciudad pudiera recorrer sus paredes; tan vacío, que ni si quiera se escucha un triste grito que me pueda conmover para partirme el corazón en dos.

Y me vuelvo a caer.

Hasta los grillos de los parques se quedan en silencio porque tampoco tienen nada que decirme, saben que ni aunque cantaran todos a coro, dejándome casi sorda, podría dejar de pensar y evadirme de la realidad.

Solo queda esperar a que se derrumbe el camino bajo mis pies, y caer y caer y volver a caer hasta no saber en que parte aterrizar.



Duele dentro, insisto, repito pero no desisto.

martes, 4 de febrero de 2014

Entre cristales y men-tiras

A veces tengo que mentir tanto para protegerme, que ya no sé de que material está hecho mi escudo. Y así será, hasta que el escudo se vaya desvaneciendo, dejando por el camino pedazos de incertidumbre disfrazados de una pizca de verdad. Caminando por la calle podría hacer que en cada casa estallaran todos los vasos de cristal, y me contentaría con ver los trozos caer al suelo como si de un día de nieve en pleno diciembre se tratara.

Mientras tanto, me pierdo otra vez entre los ejércitos de personas que vienen y van, más cansada que nunca, esperando el gran impacto, más doloroso que cuando graniza porque sí y el hielo te golpea en la mano, desgarrándote los nudillos.

Y así me quedaré, sin ninguna defensa, con mi escudo hecho añicos, descubierta a la verdad.






Inicio de la eternidad

Hoy es uno de esos días en los que escribiría hasta dejar de sentir el pulso en la mano, diciendo todo y nada a la vez, en una espiral de términos que al fin y al cabo, nadie entendería jamás; ni a mí, ni a mis palabras