jueves, 28 de agosto de 2014

Comodín

-Vamos a jugar a un juego- dijo
-¿Cuál?
-Uno en el que vas a perder
-¿Por qué estás tan segura de que voy a perder?
-Porque lo has hecho durante toda tu vida.

Estábamos frente a frente. Empezó a barajar las cartas, como si no tuviera prisa en que empezara el juego.
Cuando acabó, dio un golpe seco en el suelo con ellas y me las fue repartiendo una a una, boca a bajo. Me miro y me dijo que les diera la vuelta y escogiera una de entre la mitad de la baraja que me tocó. Quería pensar fríamente en escoger una por razonamiento, pero al final me decanté por los impulsos que me producía una en concreto. La cogí y le di la vueltamientras la miraba a ella.Tenía una sonrisa en la cara como si ya supiera lo que le iba a decir. El comodín.

Se la enseñé y solo me dijo: “ves? Y así durante toda tu vida”
No entendía nada. -Todavía ni hemos empezado a jugar, qué dices?- le dije
-No hace falta que empecemos, ya hemos terminado. No lo ves?
-Qué tengo que ver?
-Tu carta.
-Es solo una carta! Me podría haber tocado cualquier otra, no vamos a jugar?
-Lo que no entiendes es que no es solo una simple carta, y sí, podría haberte tocado cualquier otra, pero te ha tocado justo esa. Veo que no lo entiendes, no hay nada a lo que puedas jugar.

Entonces volví a mirar la carta, y entendí lo que quería decir. Yo era el comodín de mi vida, de tu vida, de todo mi alrededor. Y no es fácil para un comodín escapar de su destino, porque las demas cartas lo necesitan para poder seguir jugando. Da igual lo que corras, donde vayas, donde te escondas, te encontraran para que vuelvas a la baraja.

Solo alguna vez ese comodín podrá salir de esa baraja, y hacer su mundo con sus propias reglas, sin tener que depender de una reina de oro. Cuantas veces lo cogieron solo para arrancarlo de las demas cartas, siempre dejandolo en un rincon, o perdido debajo del sofá, porque al fin al cabo ¿para que sirve un comodin? La mayoria de veces aparece representado como un simple bufón, del que poder burlarse, al que puedes ver débil, inútil. Porque un comodín siempre tiene que esperar a que un juego requiera de él para ser usado.

Tiempo, siempre estaba condicionado por el tiempo, solo para que unas manos decidieran elegirlo a él de entre toda una baraja, unas manos que nunca llegaban ni a rozarlo siquiera. Siempre acompañado de un tic tac que le susurraba: “un poco mas,solo tienes que esperar un poco mas, ya sabes que todo pasa por algo”


Cansado, un día se romperá el mismo y expandirá uno a uno sus trocitos , camuflándose entre pequeñas piedras, flotando en el agua hasta que se hunda en las profundidades del mar y entonces, no habrá comodines a los que dejar al azar. O incluso habría que cambiar las reglas, porque tampoco puedes olvidar que irónicamente, el comodín también es necesario y le puedes dar el valor que desees; puedes hacer que sea tu horrible perdición o tu alocada suerte.

Ten cuidado con el valor que desees, porque entonces no habrá vuelta atrás





viernes, 15 de agosto de 2014

La brisa y la ola

Las idas y venidas
Los si y los no, mañana, pasado, puede o quizás. 
Querer y no poder.

La vida, las relaciones, el amor, son similares al mar y a esta pequeña embarcación.

Por ejemplo, podemos decir que las olas y el barco son como las parejas. En las discusiones, las olas chocan contra el barco, se precipitan creyendo que podrán vencerlo, que podrán pararlo, calmarlo, pero él sigue hacia delante, imparable siguiendo su rumbo, siempre creyendo que es el correcto. Los insultos, las humillaciones, ese golpe tras golpe, hacen que esa ola se vaya convirtiendo en espuma, cada vez más y más espesa, hasta que no puede aguantar más la presión del barco, y desaparece, se acaba agotando, como los corazones que no son bien tratados, que se acaban consumiendo. Como esas olas llenas de frenesí, que no quieren dejarse llevar por el viento que levanta el barco.

¿Sabeis que hace la ola cuando no puede soportar más que el barco la empuje hasta ahogarla? Tiene que encontrar una brisa, que consiga llevarla hasta donde se proponga, mostrándole ríos, mares y océanos, que jamás podía creer que existían, se deja llevar, explota la libertad que no tenía chocando con ese barco, demasiado ciega para ver que podía rodearlo y escapar, demasiado acostumbrada a golpearse contra él.

Pobre ola, ¿Verdad? Quizás no se da cuenta de que si escapara junto a la brisa, podría soprenderle de formas que jamás imaginaria. Según cuentan algunos rumores en el viento, esa brisa sería capaz de sobornar incluso a la arena del desierto, para que le dijera el secreto sobre donde están los espejismos que ocultan los lagos más bellos del mundo con tal de llevar a la pequeña ola allí. También rumorean que se encargaría de introducirse en las profundidades de la tierra, hasta encontrar una de las mejores aguas termales y curarle esos golpes que se dio contra el barco. 

A veces, la ola recordaba el dolor que le produjeron esos golpes, y sin darse cuenta, se le caían unas pequeñas gotas de tristeza. Pero la brisa nunca dejo que se desvaneciera ni una sola al mar, se apresuraba a cogerlas todas, y se las devolvía a la ola, fusionándose con ella en una de las más espectaculares demostraciones de la naturaleza; La brisa y la ola, ambas indomables, llenas de pasión y locura, de acción y razón, sueño y realidad, ambas, podían convertirse en gigante la una con la otra.

Sin darse cuenta, la brisa, se vio besando a la ola, olvidándose que solo era un poco de viento y que si solo la rozaba, podría evaporarse.

Aún así, quiso correr el riesgo, y pensó que si tuviera que morir alguna vez, la mejor forma sería desaparecer fundiéndose con ella; en esa ola llena de fuerza que por un instante le pudo dar la vida a la brisa con un beso.