Tranquilizaros,
o mejor no. Poneros vuestras mejores galas y bienvenidos, que cuando
queráis podéis tomaros un buen trago de realidad, invita la muerte,
perdón; la vida.
Noticia:
no somos inmortales.
Por
mucho que creáis que vuestra hora nunca llegará. Porque claro;
somos jóvenes, tenemos mucho que vivir, que explorar, que conocer.
Que pensáis que por llamarnos "jóvenes" somos de hierro,
y tenemos derecho al descontrol incivilizado. Por más tinta que nos
pongamos en el cuerpo, no se nos paralizará la sangre y nos
mantendrá eternos ante la rutina de la existencia. Somos la esencia
carbonizada de una hoguera con frenesí de ser más grande que la
erupción de un volcán, o eso creemos. La llama se apaga, pero no
vemos que quienes soplan, son nuestros actos.
¿Qué haces llorando? Solo la estás apagando más, levántate, aviva esa llama, que los años pasan, hasta que te das cuenta de que no eres inmortal. Busca la manera de sonreír hasta que seas capaz de revivir a un fénix de sus cenizas.
¿Qué haces llorando? Solo la estás apagando más, levántate, aviva esa llama, que los años pasan, hasta que te das cuenta de que no eres inmortal. Busca la manera de sonreír hasta que seas capaz de revivir a un fénix de sus cenizas.
"Vais
a morir todos" o "vais a vivir todos". Viene siendo lo
mismo prácticamente. Vivimos muriendo y morimos viviendo.
De los 22 a los 56 años pasará tu juventud. Y un día te mirarás en el espejo y dirás: me hice viejo, y no podrás volver atrás. Carpe diem que decía Robbie William en el Club de los Poetas Muertos. Vive con intensidad, aunque te equivoques
ResponderEliminarExacto, Carlos. La intensidad es la mejor acompañante para coger con fuerza el camino de la vida.
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