viernes, 26 de diciembre de 2014

Estamos cínicamente marchitados

Acabamos de vestirnos derrotados, porque cansado se queda adjetivamente corto para un traje del que ya no quiero seguir disfrazada. No puedo menos, ni más, asi que ya podéis dejar de apoyaros en mí como si fuera vuestro soporte para echaros y seguir empujando hasta quedarme atrapada en el subsuelo de los vértices que mantienen una memoria inerte.
No me escucháis, nadie tiene la consideración de oírme cuando ya no estoy, cuando el silencio se vuelve fértil en un campo de gritos. Estáis regando demasiado unas raíces que solo quieren cubrirse, las ahogáis entre todos.

Las flores han elegido y han dictaminado que ya no quieren seguir deshojándose mientras les preguntáis si os quieren o no. Dejadlas en paz, dejadlas descansar, o tened el maldito detalle de preguntarles: "y a ti, ¿Te quieren, o no?"
Pero pausa las horas, que para eso nunca hay tiempo.

Se eternizan las gotas de lluvia para  golpear con el hastío que sobra por los poros que salen de vuestra putrefacta piel. Una piel egoísta que se tensa solo para amarrarse entre venas y bañarse en una sangre que nunca arderá por vosotros. Vamos a jugar entre todos a contar mentiras y juro, agitando mi vida en son de paz, que os voy a ganar.

Miento.

Te he hecho añicos, mientras destrozaba mi imagen en mil pedazos.
He esperado que los recogiera alguien
y me he cortado el pie.
La sangre brotaba seca,
ya os podéis morir de sed.



1 comentario:

  1. Introduces subliminalmente en eltexto un aspecto muy apreciable de una gran amistad. El de que quién te escuche repase y saque el jugo a tus palabras y, al fin y al cabo,a tus deseos, en el silencio de su soledad. Y otro más, el de la empatía. Preguntarte siempre si te apetece esto o lo otro es tener al lado una amistad valiosa como una esmeralda de Ceilán. Saludos..

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