Mañana se congelan los dedos, pero no
es excusa para dejar de escribir hoy.
Hace frío, hace sueño, hace deshacer
manías y enredar al cuello cables con luces a medias lunas.
De todo
se sale, o eso dicen, pero la puerta siempre se queda chirriando para
recordarte que tu cobardía le gana este pulso a la casualidad de tu
futuro, por eso, no entiendo este frío, como no te entiendo a ti.
Reto al gélido aliento del invierno que se atreva a hacerme tiritar más que cuando supe que no ibas a
volver nunca.
Nadie (como tú) me ha hecho castañear
tanto los dientes como si me estuviera devorando a mi misma, por
fuera. Joder, por dentro. Ayúdame a reconstruir una autocrítica que
no sea capaz de destrozar por las calles a golpe de suerte.
Que cada una de mis personalidades te
busque como ojos sin letras de las líneas que lees.
Oblígame a mantenerme firme como si en
cualquier momento fuera a caer en línea casi recta.
Hazme reír por llorar.
Atrévete.
para que la vistas de palabras llenas de promesas vacías.
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